La sabiduría de zazen...

La sabiduría de zazen, fuente de la responsabilidad.

Ser responsable quiere decir ser valedor de las consecuencias de sus actos: aceptar las consecuencias naturales para uno mismo y para los demás. También quiere decir buscar la coherencia entre la enseñanza, la práctica y la actualización. Ser responsable implica ser consciente de la causalidad kármica y, por lo tanto, ser capaz de prever los efectos de nuestros pensamientos, de nuestras palabras, y de nuestras acciones. Cuanto más aclaramos y disipamos nuestra ignorancia, más nos liberamos de los condicionantes y más somos responsables: sin libertad no hay responsabilidad. Cuanto más clarividentes somos más podemos ser responsables. 
Ser responsable significa ser capaz de tomar decisiones de las que habrá que rendir cuantas a los demás: se es responsable de lo que se ha hecho de la propia vida ante Dios, Buda, el orden cósmico. El monje zen asume la responsabilidad de su vida. Aprender a conocerse uno mismo por medio de zazen nos hace capaces de responder mejor a las situaciones y de hacer elecciones más justas: la sabiduría de zazen es la fuente de nuestra responsabilidad. Tomar conciencia de la interdependencia y de la causalidad kármica fue un elemento esencial del Despertar del Buda. Sentir por experiencia propia y por la concreta observación el encadenamiento -bonno, karma, sufrimiento, bonno- que nos hace transmigrar sin cesar y aceptar la causalidad kármica es la condición para poder liberarse.
El maestro Dogen insiste mucho en estos puntos en sus últimas enseñanzas a sus discípulos de Eiheiji. Esto, evidentemente, es válido para nosotros hoy. Si la interdependencia y la causalidad condicionan la existencia del karma y del sufrimiento, también permiten liberarse de ellos: ver que todo es impermanente, mujo, y aceptarlo, permite abandonar el ego, seguir el orden cósmico, volverse más desapegado y evolucionar; es decir, ser más responsable de la propia vida y despertar a su verdadera vida en unidad con todo el universo.
Nuestra mayor responsabilidad es ese despertar que nos permite llevar una vida más auténtica: la vida de los monjes, monjas y bodhisattvas responsables. Esto significa tener fe en zazen, hacer el voto de proteger los tres Tesoros y enraizar la propia vida en esta fe. Armonizar nuestra vida concreta de cada instante con el satori de zazen: aceptar que zazen nos guíe, nos dirija y nos perturbe. Zazen nos muestra la unidad de uno mismo y de los demás a partir de la cual pronunciamos los cuatro votos del bodhisattva: "Por muy numerosos que sean los seres, hago voto de salvarlos a todos. Por muy numerosas que sean las pasiones, hago voto de vencerlas todas. Por muy numerosos que sean los dharma, hago votos de hacerlos realidad. Por muy elevada que sea la Vía de Buda, hago voto de seguirla (que también se ha traducido así: `Por muy perfecto que sea un Buda, hago voto de convertirme en uno¨)."
Estos votos que expresan el sentido de nuestra vida enraizada en la práctica de zazen, evidentemente, no pueden ser hechos realidad por medio sólo de nuestra voluntad consciente: zazen, y no nuestro pequeño ego, los hace realidad. Tras comprender esto, nuestra responsabilidad es abandonarnos a zazen en el dojo y en la práctica de los seis paramita que son su expresión. Estos paramita son el donativo, los preceptos, el esfuerzo, la paciencia, la concentración y la sabiduría.
Algunos ven en ellos las prácticas por medio de las cuales los bodhisattva que se ejercitan en ellas terminan por alcanzar el nirvana. Pero en realidad son los medios por los cuales el bodhisattva hace realidad su primer voto que es salvar a todos los seres de sus sufrimientos. Los paramita también hacen realidad la unidad de zazen y de la vida cotidiana, de lo espiritual y de lo material, de lo visible y de lo invisible, de la sabiduría y de la compasión.
Sin práctica no hay realización: somos responsables de actualizar, de hacer que sea activa y que esté presente nuestra verdadera naturaleza de Buda, nuestra unidad con todos los seres. Esta unidad vivida anima el espíritu de compasión y funda una ética de solidaridad de la que nuestro mundo tiene gran necesidad para sobrevivir. Por medio de la ordenación adquirimos la responsabilidad de proteger los tres Tesoros: Buda, Dharma y Sangha, así como los diez preceptos y hacemos los cuatro votos del bodhisattva.

Roland Yuno Rech.

Tomado de ZEN , Revista de las Asociaciones Zen de España, nº13, 1998

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