El Óctuple Sendero (2/9)

El Óctuple Sendero.

La comprensión justa.

Lo que llamamos comprensión justa es esencialmente la comprensión de la enseñanza de base del Buda, es decir las Cuatro Nobles Verdades.
La primera de estas nobles verdades es la conciencia de que la vida no nos satisface por varias razones. A menudo traducimos dukka por "la vida es sufrimiento". Pero, evidentemente, no se trata sólo de un sufrimiento ordinario. Se trata de que la vida es impermanente y de que, incluso si contiene felicidad, esa felicidad es efímera. Por consiguiente, en el instante mismo en el que sentimos la mayor felicidad, siempre tenemos un punto de angustia, la inquietud de que no dure porque está condicionada por muchas circunstancias, lo que hace que, incluso si somos felices, sabemos que no durará eternamente.
Es, de alguna manera, como el gusano en la fruta que causa sufrimiento y nos hace conscientes del carácter insatisfactorio de la existencia. Creo que es el punto esencial que provoca lo que llamamos el espíritu del despertar, el espíritu del Buda, es decir el deseo de encontrar la Vía que nos conduzca a una felicidad estable, a una liberación de todo lo que sea condicionado en nuestra felicidad actual y, de esta manera, conseguir un estado libre, estable, feliz, cualquiera que sean las circunstancias.
Esta primera noble verdad exige que comprendamos la causa de ese sufrimiento. No basta con constatar que hay sufrimiento, desgracia, insatisfacción. Hay que comprender la causa. La causa fundamental es evidentemente la impermanencia, pero sobre todo nuestra propia reacción con respecto a la impermanencia, el hecho de que desconozcamos la realidad tal y como es, que nos neguemos a reconocerla porque nos desagrada y que elaboremos todo tipo de ilusiones para no verla, para evitar afrontarla y armonizarnos con ella.
Creamos todo tipo de deseos y de apegos que no son satisfactorios porque, incluso si los obtenemos, no responden a nuestras verdaderas expectativas, a nuestro deseo fundamental que es un deseo de despertar espiritual, de realización de una felicidad estable.
El Buda insistió mucho sobre las causas del sufrimiento. Evocó,a menudo, lo que él llamaba los tres venenos, es decir la ignorancia que desencadena la avidez y el odio. En el mundo actual vemos hasta qué punto estos tres venenos fundamentales son causa de gran perturbación, tanto a nivel internacional como en los grupos pequeños o incluso en el seno de la familia o de la pareja. Los venenos son causa de sufrimiento.
Para el Buda hay una posibilidad de resolución de este sufrimiento. Es la tercera noble verdad que, en realidad, él nunca detalló. Simplemente dijo que había un estado posible de despertar, de liberación, que él llamaba nirvana, la extinción de las causas de sufrimiento, que podemos experimentar temporalmente en esta vida en algunos estados particulares de meditación. El objetivo de la enseñanza del Buda es alcanzar ese estado de vida en armonía con la realidad tal y como es, que es la única que puede darnos la paz del espíritu y hacernos vivir verdaderamente de forma armoniosa, feliz y apacible.
Por último, nirvana también significa no volver a nacer en un mundo condicionado y limitado por el nacimiento y la muerte. Esta visión del nirvana como extinción final con respecto al mundo del sufrimiento está al término de la Vía. En el budismo Mahayana incluso se ha diferido a un tiempo infinitamente lejano porque los que practican budismo, por el voto de compasión, renuncian a alcanzar rápidamente el nirvana, esa extinción y no-renacimiento en el mundo del sufrimiento, pues hacen voto de ayudar a todos los seres que sufren y de renacer en este mundo hasta que todos los seres hayan podido hacer realidad el despertar.
Lo que un budista entiende por comprensión justa es comprender la vida, la existencia, de la misma manera en que la comprendió el Buda, es decir con sus sufrimientos, con sus causas de sufrimiento y con la solución posible de este sufrimiento, y comprender también el método, la Vía, para conseguirlo. Eso es lo que se entiende por comprensión justa. No se trata de una comprensión científica, no se trata de comprender el mundo, las leyes de la sociología, se trata de comprender la Vía espiritual, de comprender verdaderamente nuestra vida. De hecho podemos decir que en el fondo la comprensión justa es comprenderse uno mismo. Pero a menudo la gente entiende esta comprensión desde el punto de vista de la psicología: comprenderse uno mismo es como hacer psicoanálisis o psicoterapia, aclarar las sombras, comprender la propia  historia, comprender las propias particularidades. Pero esta comprensión es relativa y limitada. Cuando hablamos de comprensión justa ello incluye la comprensión de nuestras ilusiones, pero también de la Vía que permite liberarse de ellas y también de la verdad última de la vacuidad.

 (continuará...) 

Roland Yuno Rech
ENSEÑANZA BÚDICA Nº2
Templo de la Gendronnière, Verano 2001


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