El gesto de `gassho´ ...

El gesto de `gassho´

El maestro Taisen Deshimaru acostumbraba a decir que si se tiene la imposibilidad de hacer zazen, hay que unir simplemente las manos , una contra otra, y hacer gassho delante de un espejo, inclinándose ante la propia y profunda naturaleza de buda.
Las manos están colocadas una contra otra, la punta de los dedos a la altura de la nariz. Los antebrazos horizontales , los hombros relajados. Como durante zazen o durante kin hin los dedos permanecen unidos hasta las puntas.
Sentados o de pie, inclinad profundamente pero de manera natural el busto a partir de la cintura, sin discreción ni ostentación, sin adelantar los brazos ni sacar las nalgas hacia atrás.
Sentados en zazen, durante una sesshin, el godo pasa por detrás vuestro para hacer ken tan, el saludo matinal. Poneos en la postura de gassho cuando el godo llegue a vuestra altura, después volved a poner las manos en zazen sin inclinaros. De esta manera, y a medida que avanza el godo, se forma una ola que recorre el dojo.
Cuando pidáis el kyosaku, poned las manos en gassho y en cuanto el kyosakuman os toque el hombro derecho , inclinaros al mismo tiempo que él.
Tras recibir el kyosaku, con las manos otra vez juntas, inclinaos antes de volver a la postura de zazen. Al final de zazen, para cantar el Dai Sai Geda Puku hay que colocar el rakusu o el kesa sobre la cabeza, con las manos juntas.
Al principio de la segunda vez que se canta nos empezamos a poner el kesa; el rakusu sigue sobre la cabeza hasta el final de la tercera vez que se canta.
A través de esta postura se expresa la esencia de todas las religiones en su forma más sencilla y más universal. Al entrar en el dojo, al inclinarnos ante el zafu, ante los demás que hacen zazen, al pedir el kyosaku, durante la ceremonia, después de salir del dojo, cada vez se practica gassho ante todo el cosmos , de mi alma a tu alma.
Esta postura revela y pone de manifiesto la actitud original del ser humano ante el universo. Cuando el ser humano ve de verdad la gran tierra sobre la que camina, cuando la lluvia y la tormenta le traen agua, cuando el sol le ofrece calor y cuando el viento transporta las nubes, siente el mayor respeto hacia todo lo que le rodea.
Esta postura despierta naturalmente el comportamiento inicial del ser humano frente a la naturaleza de todas las cosas.
Gassho manifiesta profundamente esta naturaleza sin caer en el manierismo, pero conservando a la vez las verdaderas formas (raihai) que son el sentido, el espíritu religioso y la práctica de la Vía que se nos ha transmitido.
De hecho, es lo más respetuoso que existe en nosotros, que se dirige a lo más respetable que existe en el otro.

Raphaël Dôkô Triet.

Tomado de ZEN , Revista de las Asociaciones Zen de España, nº12, 1997

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