El ritual.

¿En el marco de la práctica del zen, el rito es indispensable?


El ritual no es en absoluto indispensable. Por el contrario, lo que sí es indispensable es que en un dojô podamos crear una atmósfera de atención, de concentración en el cuerpo, desde el momento mismo en que entremos en él. Es importante, entonces, que existan reglas suficientemente estrictas y que sean respetadas por todos. Antes incluso de entrar en el dojô, debemos alinear correctamente nuestros zapatos, y caminar en silencio, concentrados. Entramos con el pie izquierdo y saludamos en gasshô (manos juntas a la altura del rostro), en signo de respeto al lugar donde practicamos y a las demás personas que practican. El unir la mano derecha con la mano izquierda (lo material y lo espiritual) es también un gesto de unidad interior consigo mismo. Seguidamente, colocamos nuestro zafu alineado en relación al de los demás; no lo colocamos en cualquier lugar , como si estuviéramos solos. No lo empujamos tampoco con los pies, porque respetamos el asiento de la meditación. La atención a los gestos es en sí misma una práctica.

Todos esos gestos favorecen la concentración, y cuando nos sentamos, ya estamos concentrados. Sí no existiesen reglas, practicaríamos de cualquier manera, molestándonos mutuamente.
Además de este punto, existe también un ritual que se desarrolla al final del zazen. Es extremadamente simple y sobrio en relación a los ritos tradicionales japoneses, es el canto del Hannya Shingyo y los votos del bodhisattva.

Roland Yuno Rech
MONJE ZEN EN OCCIDENTE - Conversaciones con Romana y Bruno Solt.
Editorial Milenio.

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