Zanshin: el gesto justo (2/3).

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    Es interesante comprender y practicar todas las actitudes corporales en el zendo a la luz de la Vía del Medio y tratar de realizar esta vía de equilibrio en el propio cuerpo, no estar ni demasiado tensos ni demasiado relajados en cada una de las posturas. Esto vale también para cuando nos desplazamos marcando los ángulos rectos y saliendo con el pie derecho; podemos formar un ángulo, con cierto rigor, pero a la vez con flexibilidad. Cuando entramos en el zendo con el pie izquierdo, estar plenamente ahí en ese momento preciso. No estar en esa consciencia fantasma, sino estar ahí, en la acción de entrar en el zendo con el pie izquierdo.

     Por supuesto podemos entrar con el pie izquierdo estando en el mental porque se ha convertido en un gesto mecánico. Pero practicar zanshin es justamente no seguir los gestos de forma mecánica, sino estar en el mismo estado de espíritu  que durante la práctica de zazen, es decir vivirlos con un espíritu nuevo, vivir la experiencia a través del cuerpo, de esos gestos y así alinearnos con la novedad de la vida presente. Podríamos traducir también zanshin por zazen, comer, andar; entrar con el pie izquierdo es zazen al limite, estar atrapado en los pensamientos conscientemente y volver al momento presente es también zazen.

     Todo lo que pasa, todo lo que hacemos en el zendo es la práctica de la Vía y la consciencia del cuerpo puede ser su precioso vehículo. Por ejemplo podemos hacer gassho (saludar) de diferentes formas, los hombros levantados, los antebrazos bajos...Pero si vivimos este gesto en el alineamiento corporal , las manos juntas a la altura del corazón (en el centro del pecho), los antebrazos horizontales, sobre el plano corporal no se crea ninguna tensión. En esta posición la espalda se verticaliza naturalmente y se puede realizar un estado de presencia, de disponibilidad.

     En cada uno de estos gestos puede realizarse la Vía de Medio, como en todos los que realizamos en lo cotidiano. Así cuando realizamos cada una de nuestras acciones, estando en una presencia centrada, vertical y a la vez ligera y fluida, se cultiva a través del cuerpo, de forma natural, el espíritu delicado, el espíritu benévolo.

     Sin él, el espíritu de concentración que se desarrolla en el Zen (y es importante), que nos aúna con la realidad viva del instante, sería una cristalización; el espíritu de concentración  que corta las ilusiones, sería más duro que la espada de un samurai si le faltara la comprensión del espíritu de la compasión. Y la vía espiritual sin el espíritu de compasión es una vía árida a la que no le queda más que el nombre de vía espiritual.

     Por otra parte , la práctica del "espíritu del gesto" nos va a llevar a realizar que en la práctica de la vida, de la Vía en lo cotidiano no hay cosas grandes o pequeñas, lo que es importante o lo que no lo es.

     Esta práctica hace "explotar" todas esas categorías, hay solamente la realidad tal cual es. Hay solamente la realidad que  está ahí y ser plenamente con ella es lo que nos permite realizar el espíritu de "penetración" (estar en el corazón de) y así no quedarnos en la periferia de nuestra existencia, de la vida.
En el espíritu de la Vía todo tiene su importancia, la vía espiritual debe integrarse en todos los aspectos de la vida. Esto es lo que muestra la siguiente historia.

 (continuará...)   

Patrick Pargnien.

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