La mirada en zazen... (2/2).

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¿Como ajustar los ojos y la mirada?

La distancia mínima a la que se posa la mirada depende de la altura de cada practicante, de su capacidad de mantener la espalda derecha y relajada, y sobre todo de la altura del zafu. Cuanto más grande y alto es uno, más se debe aumentar esta distancia standard de un metro a partir de las rodillas.

Al comenzar el zazen, y a veces incluso durante, se mira a la pared que se tiene enfrente para hallar la horizontal, la altura justa. Esta posición horizontal de la mirada constituye una referencia natural para cada uno, y no es necesario hacer esfuerzos para mirar el horizonte manteniendo la cabeza derecha. Se bajan enseguida los ojos hasta llegar a percibir la posición donde se comienza a sentir incomodidad. La actitud justa de la mirada baja se sitúa antes de llegar a sentir la más pequeña incomodidad o esfuerzo, ya sea un metro más o menos por delante de las rodillas para los más bajos, o hasta llegar al metro cincuenta para los más altos.

Hay un espacio optimo para no forzar los músculos de los ojos con una tensión continua. Sin embargo, cada uno debe evaluar por si mismo esa distancia, teniendo en cuenta que lo exacto es la práctica de una postura sin tensión. Esto significa que de hecho el abandono de la voluntad personal y/o de los esquemas imaginarios que no estén en armonía con la realidad fisiológica corporal.

A veces también ocurre que la cabeza se inclina hacia un lado bajo la influencia de una tensión en la nuca o en los hombros. Además de poder buscar la causa en una pelvis desequilibrada por dificultades al plegar las piernas o en un zafu demasiado pequeño o en los hombros demasiado tensos, esta actitud también puede venir dada por una diferencia de visión en los dos ojos. Algunos no tienen conciencia de esto y su mirada se desplaza hacia la derecha o hacia la izquierda del eje central de la postura, por preponderancia de uno de los ojos sobre el otro. Volver al medio es la vía enseñada por el Buda. Por eso el rol del que enseña es primordial pues debe señalar y tratar de esto con los practicantes, intentando resolver el problema con ellos.

Los ojos lloran a veces, es una buena señal. Los ojos están relacionados con el hígado, y la energía al circular mejor durante zazen, purifica el organismo y se derraman lágrimas, la agresividad o la cólera latente se disipan. Pueden darse otras manifestaciones, como reflejos, imágenes que se forman en el suelo y en el espacio, o alteraciones en la visión. No hay que inquietarse pues desaparecen tal y como vienen, como los mismos pensamientos, las nubes en el cielo.

El ojo es la ventana por la que el Buda mira el mundo fenoménico. Los objetos que vemos, las sensaciones o emociones que nacen a partir de ellos, todo lo que el ojo percibe es exterior a nuestra verdadera naturaleza, está sometido a la ley de la impermanencia, y no tiene substancia. No es necesario apegarse o rechazar lo que aparece y pasa ante la ventana, lo importante para los que practicamos zazen, no es lo que se ve, sino quien mira.

Guy Mokuho Mercier, maestro zen.
(Traducción de Jorge Pardo).

Dojozen Genjo, Pamplona/Iruña
Bibliotecásica Zen nº5, junio 2010

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