Barriendo impurezas

BARRIENDO IMPUREZAS
Cuentan que un hombre mayor que había recorrido años y kilómetros en la búsqueda del camino espiritual, topó un día con un monasterio perdido en las sierras. Al llegar alli, tocó a la puerta y pidió a los monjes que le permitieran quedarse a vivir en ese lugar para recibir enseñanzas espirituales. El hombre era analfabeto, muy poco ilustrado, y los monjes se dieron cuenta de que ni siquiera podría leer los textos sagrados, pero al verlo tan motivado decidieron aceptarlo.
Los monjes comenzaron a darle, sin embargo, tareas que, en un principio, no parecían muy espirituales.
-Te encargarás de barrer el claustro todos los días. -le dijeron.
El hombre estaba feliz.
Al menos, pensó, podría reconfortarse con el silencio reinante en el lugar y disfrutar de la paz del monasterio, lejos del mundanal ruido.
Pasaron los meses, y en el rostro del anciano comenzaron a dibujarse rasgos más serenos, se lo veía contento, con una expresión luminosa en el rostro y mucha calma.
Los monjes se dieron cuenta de que el hombre estaba evolucionando en la senda de la paz espiritual de una manera notable. Un día le preguntaron:
-Puedes decirnos qué práctica sigues para hallar sosiego y tener tanta paz interior?
-Nada en especial. Todos los días, con mucho amor, barro el patio lo mejor que puedo. Y al hacerlo, también siento que barro de mí todas las impurezas de mi corazón, borro los malos sentimientos y elimino totalmente la suciedad de mi alma.
Breves historias, grandes enseñanzas
Compilación Sofía Addamo
Ed. Del Solar-1999

Comentarios

  1. Acogeré en mis días esta enseñanza y práctica ante tareas pospuestas por mí. Hacer por eliminar la inquietud, y los temores y aversiones que están pertubándome. En gassho.

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    Respuestas
    1. Todos llevamos nuestra mochila de impurezas, malos sentimientos, suciedad de alma, inquietudes, temores, aversiones...
      Pero nos cuesta tanto empuñar la escoba!
      Gracias Anónim@

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