Postrarse ante Buda...

Cada estado mental provoca en el cuerpo su propia respuesta.

El acto de postrarse ante un Buda sin nociones ególatras solamente es posible bajo el ímpetu de la reverencia y la gratitud. Esta "horizontalización del mástil del ego" limpia el corazón-mente y lo hace flexible y expansivo, abriendo el camino a la comprensión y a la apreciación de la mente exaltada y de las innumerables virtudes del Buda y los patriarcas. De modo que surge en nosotros un deseo de expresar nuestra gratitud y mostrar nuestro respeto ante sus figuras  mediante los rituales apropiados. Cuando se accede a estas devociones de manera espontánea, con una mente no discriminativa, la figura del Buda cobra vida. Lo que antes era sólo una imagen se convierte ahora en una realidad viva con el poder singular de borrar la conciencia del yo y del Buda en el momento de la postración. En este gesto no pensado, nuestra Mente-bodhi resplandece; nos sentimos refrescados y regenerados.

Los tres pilares del zen (extracto).
Philip Kapleau Roshi

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