Trampas y Promesas de la Vía, por Gérard Chinrei Pilet (07/..)

TRAMPAS Y PROMESAS DE LA VÍA

Por Gérard Chinrei Pilet, maestro zen

CAPÍTULO II

LA VÍA Y EL ESPÍRITU CON EL QUE PRACTICAMOS

La trampa del espíritu de preferencia

Desde nuestra infancia la educación, la formación recibidas nos han habituado a juzgar, comparar, catalogar, clasificar en terminos de bueno o malo, bien o mal, verdadero o falso. De esta manera el espíritu dualista se refuerza cada vez más en el ser humano hasta convertirse en un verdadero condicionamiento a partir del que vemos el mundo, los seres que le rodean y él mismo.

Cuando encontramos la Vía, seguro que lo hacemos con este espíritu dualista y es con él con el que empezamos a practicar. ¿Como podría ser de otra manera?

Este espíritu puede ingerirse hasta en el corazón de nuestra práctica de la meditación sentada. Podemos considerar por ejemplo, que hay buenos o malos zazenes en función del número o del tipo de pensamientos que en él se manifiestan. También podemos considerar que despertar es asir la verdad y rechazar las ilusiones. Y sin embargo, practicando de esta forma solamente alimentamos el mental -que funciona a partir de la pareja: aceptación/rechazo- mientras que se trata de liberarnos del mismo. De liberarnos es de lo que en su "Canto del Despertar" Yoka llama "el espíritu de preferencia" que busca "atrapar la
verdad y rechazar la ilusión".

En la meditación sentada o zazen se pide abandonar esta espíritu de preferencia practicando sencillamente la observación de los pensamientos y contenidos de conciencia que se manifiestan sin alimentarlos ni rechazarlos. Esta neutralidad abre la conciencia a un espacio infinito que nos propulsa más allá del mental y de los límites de su funcionamiento dualista.

No creamos que esta práctica "sin atrape/sin rechazo  por sencilla que parezca no tiene dificultades. Podemos, tras varios años de práctica continuar queriendo obtener el satori y liberarnos de la ilusión sin darnos cuenta que es el mejor medio de cerrarnos las puertas del despertar. 

Asir y rechazar son dos movimientos ligados directamente al ego. Mientras no salimos de estos funcionamientos el ego está presente así como las limitaciones que le son propias.

Por otra parte la verdad que podemos agarrar como un objeto exterior es siempre una verdad relativa, una verdad sin sustancia, un simple punto de vista, función de la posición de un observador. Lo mismo ocurre con la ilusión. Intentar rechazarla, es caer en la trampa de darle una sustancia que no tiene. Más allá de estas parejas verdad/ilusión, y atrape/rechazo hay este "vacío insondable" del que hablaba Bodhidharma. Es, si queremos utilizar el termino verdad, la verdad con una gran "V". Por ella entendemos la que está más allá de todas las dualidades y en primer lugar más allá de la dualidad verdad-ilusión. Esta verdad con una gran "V", este vacío insondable, ni siquiera el intelecto más fino y brillante puede "atraparla". Solamente podemos ser atrapados por ella. Entendamos por esto que solamente cuando el ego y el mental que le son asociados son abandonados, se manifiesta en la consciencia del practicante. Querer asir con la conciencia ordinaria este vacío insondable es tan vano como querer meter el océano en un cubo. La unica solución, como decía un día San Agustín, es echar el cubo al mar...

Esta práctica de soltar presa del espíritu de preferencia, no debe limitarse a zazen. La vida cotidiana ofrece oportunidades para continuarla eficazmente. Cuantas veces a lo largo de un día, podemos observarnos superponiendo a la realidad tal y como se nos presenta, un mundo ilusorio creado por nuestros apegos y rechazos. En lugar de adherirnos a la realidad tal cual es y de encararla practicando el "no-dos" proyectamos en ella la marca misma del ego. Tomar conciencia de esta proyección es un precioso primer paso, soltar presa con relación a las proyecciones basadas en la pareja apego/rechazo es otro segundo paso precioso. Muchos se imaginan que la vía espiritual es evadirse del mundo concreto a otro mundo. No hay nada más falso. Al contrario, la Vía espiritual nos invita a adherirnos a la realidad tal cual es abandonando el espíritu de preferencia.

Esta adhesión sea lo que sea que podamos pensar no nos encierra sino que nos abre a una completa libertad con relación a los distintos aspectos de lo real así como a las perspectivas infinitas que ofrece el abandono de la visión egocéntrica. Hay mil y una maneras de inventar otro mundo a partir del rechazo del ego respecto al mundo concreto. Las descripciones del paraíso hechas por algunos creyentes son elogiosas al respecto. Freud y Marx aunque ellos no hayan comprendido la esencia del camino espiritual han señalado muy bien el proceso compensatorio de rechazo a actuar en los procesos de algunos creyentes.

No es cuestión de caer en una especie de pasividad ante los fenómenos. Cuando hay una situación que puede ser cambiada y que puede ser de interés para las personas implicadas el cambiarla, ha que cambiarla. Por el contrario, cuando se trata de una realidad que no puede ser cambiada, ¡que oportunidad para el hombre de la Vía de abandonar su espíritu de preferencia y adherirse a lo que es!
Ahí encontrará la cesación del sufrimiento inherente al rechazo y la paz del espíritu.

Abandonar el espíritu de preferencia para adherirse a lo que es, es lo que el maestro Deshimaru llamaba "seguir el orden cósmico" pues, como decía el maestro Dogen "por mucho que ames las flores se marchitan y aunque odies la mala hierba, crece.

El apego a una verdad que tomamos por absoluta conduce al dogmatismo y a un espíritu de sistema, que son otras manifestaciones del espíritu de preferencia. El maestro Deshimaru no dejaba de poner a sus discípulos en guardia contra los "ismos" que pretenden explicar lo real a partir de un punto de vista limitado. Por otro lado los sistemas, son siempre reductores, por el hecho de que lo real va más allá de todas las concepciones que podamos hacernos, también constituyen un obstáculo para la manifestación de un espíritu vasto sin el que la vía ni puede ser verdaderamente realizada.

Abandonar el apego a las categorías y a los sistemas que de ahí pueden surgir forma parte integrante de la Vía. No es fácil dada la inclinación natural del espíritu humano a tratar de forjarse una representación de lo real coherente y unificada. El espíritu de sistema escoje una perspectiva y excluye forzosamente otra. Los aspectos de lo real que nos parecen contradictorios lo son solamente porque los entrevemos desde un punto de vista limitado propio de una mente lógica y discursiva. 


Se trata al contrario: "de abrazar las contradicciones", retomando la formula  del maestro Deshimaru. Esto no significa caer en un sincretismo confuso, sino abrirnos -por el abandono de la mente lógica- a otra dimensión de la conciencia a partir de la que lo real es visto de forma diferente.

Yoka, el autor del "Canto del Despertar" es un buen ejemplo de esta práctica de abandono del espíritu de sistema, cuando dice en un hermoso poema: "el humilde monje de montaña que soy sólo tiene un punto de vista personal, el temor de que su práctica se ensombrezca con los hábitos del nihilismo o del eternalismo".

El espíritu de preferencia llevado al extremo, conduce al fanatismo religioso, en éste, el practicante está convencido de que su religión es la única verdadera y por lo tanto tiene que convertir a todo el mundo por todos los medios posibles y destruir "incluso con la muerte" a los que se resisten a esta conversión. Los seres humanos caidos en esta trampa son legión, para convencernos basta con referirnos a la historia antigua o reciente.

Al lado de esta actitud extrema existe otra que sin caer en sus excesos tiene algunas características comunes. Es lo que podíamos llamar la actitud militante, que corresponde bastante bien a lo que se llama en la tradición zen "zen asura", el zen agresivo. Sus manifestaciones pueden ser múltiples e ir desde el deseo de tener la mejor postura o de ser el más fuerte ("strong") a la convicción de que el maestro que se sigue es el único digno de confianza y el único heredero del maestro difunto.

Apoyado en esta convicción se puede llegar a denigrar sistemáticamente la enseñanza de los otros maestros y a desvalorizar a los que le siguen. Si una persona con esta militancia dirige un dojo verá mal que los practicantes de ese dojo sigan a otro maestro que no sea el suyo propio y se inclinará a adoptar actitudes discriminatorias.

A diferencia de esta militancia, está la actitud justa del discípulo que tiene plena confianza en la enseñanza de su maestro y respeta las elecciones de los que siguen a otros. Muy a menudo este tipo de militancia esconde la falta de confianza, de alguien que tiene necesidad de convencerse de la pertinencia de su elección luchando contra las elecciones de otros.

 
Continuará...

Gerard Chinrei Pilet
Trampas y Promesas de la Vía.
Articulos y Conferencias de Gerard Chinrei Pilet
Asociación Zen Internacional, fundada por el Maestro Taisen Deshimaru - Dojo zen de París.

Traducción del Dojozen Genjo de Pamplona/Iruña 

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