La enseñanza gradual.

 La enseñanza gradual

Aachen, 25 al 27 de febrero de 2000

En zazen, la observación de todos los puntos importantes de la postura nos ayuda a realizar la unidad del cuerpo y la mente. La mente no está perdida en los pensamientos, sino que vuelve siempre a la sensación concreta de la postura, en particular al contacto de los pulgares que se tocan delicadamente y no forman ni montaña ni valle. Los pulgares y los índices forman un óvalo amplio. Las manos, en esa postura, no asen nada, igual que la mente en zazen no permanece en nada. Cuando la mente no permanece en nada, no ase nada, podemos abandonar el espíritu ávido del ego, nuestro funcionamiento mental ordinario que nos impulsa a querer asir algo es abandonado.

Es lo que llamamos abandonar el ego. En realidad, no hay nada que abandonar. Es sólo un modo de funcionamiento que se transforma, que cambia, una mente que se hace libre. Esta libertad de espíritu se hace realidad en el instante en el que abandonamos un pensamiento, en que nos concentramos en la respiración. La práctica se desarrolla en el tiempo, repetimos incansablemente la práctica todos los días y en cada zazen nos concentramos en la postura, en la respiración. El abandonar se hace realidad en el instante, no es una cuestión de duración, está más allá de nuestro esfuerzo y nuestra voluntad, es el fruto de zazen, el efecto inmediato de zazen.

Cuando practicamos en un dojo o durante una sesshin, seamos principiantes o practiquemos desde hace diez años, veinte años, treinta años, es exactamente la misma práctica la enseñada y la practicada. Insistimos mucho en el aquí y ahora de cada práctica, en el hecho de que aquí y ahora, si la práctica es justa, es en sí misma, despertar y liberación. Esto no quiere decir que no haya evolución en la práctica de cada uno, esta evolución se hace siempre instante a instante.

Fragmento de "El Zen de Buda"

Enseñanza del maestro Roland Yuno Rech.

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