Desplegar el zagu...
El zagu representa la pureza
y la elegancia de un monje, incluso si es pobre.Una de las pocas posesiones de un monje en la época de Buda era una especie de alfombra para cubrir el suelo. Que el zagu sirva hoy para proteger el kesa (la vestidura de Buda) simbólica y realmente de las posibles impurezas, no se ha de explicar aquí.
A pesar de que el título de este texto sea “Desplegar el zagu” (no lo sabía cuando acepté con gusto la invitación para escribirlo) me gustaría empezar por las situaciones en las que no se abre sino que se mantiene doblado.
En zazen se coloca delante
de la persona sentada, a veces también junto a ella. (En Shogoji un monje
pasaba por detrás para ver si el zagu estaba exactamente a un palmo del borde
del tatami, y lo medía con la mano. Esto tiene su influencia.
Durante las ceremonias,
también se coloca a veces cerrado delante de uno mismo. Por ejemplo por la
noche, después de zazen, cuando terminamos con sanpai, para quitarnos el kesa
juntos en choki (de rodillas). Esta
forma de sanpai, con el zagu cerrado, se llama sokurai sanpai. Se practica en ocasiones menos formales, para saludos, por ejemplo, en el mondo, cuando
las personas concernidas se conocen bien y su relación no es distante. También
se aplica si la acción exige rapidez.
Los responsables de los
sonidos, de la campana grande, del mokugyo, de la campanita…, a veces no
despliegan el zagu sino que lo colocan doblado delante de ellos, con cierto
movimiento que roza ligeramente el suelo de derecha a izquierda y vuelta.
Pero para doblar un zagu también se ha de
respetar una forma precisa: El zagu planchado a lo largo (dejo de lado la forma
de plancharlo) se dobla una vez por la mitad y otra vez por la mitad. Los bordes
abiertos se encuentran abajo a la derecha, las esquinas hacia delante. Encima
está el pliegue del medio, también hacia la derecha, creando así una bella
forma. Al levantarnos, podemos coger el zagu fácilmente con la mano derecha por
el pliegue y colgarlo debajo de la manga del kolomo. (Antes se llevaba entre
los dobles de la manga del kolomo, hoy se lleva más bien debajo de la manga).
Lo que se llama daiten sanpai es mucho más formal. Por oposición a sokurai sanpai (zagu doblado) en daiten
sanpai el zagu se abre del todo a lo largo. Es un gesto de gran respeto que se
lleva a cabo con maestros venerados, durante las ordenaciones, ceremonias de
transmisión o, a veces también, en el mondo. A veces incluso uno se tumba
completamente boca abajo. Forma especialmente bella cuando dos personas
comparten un zagu abierto del todo en un profundo respeto mutuo haciendo sanpai
juntos, uno al lado del otro.
«En el zagu
ningún intervalo nos separa,
aunque hubiera entre nosotros un inmenso océano,
nuestras cejas quedarían entremezcladas.»
Tenzagu es
la forma que nos es más familiar. Se anuncia en los templos japoneses cuando se
trata de la ceremonia cotidiana de la mañana, en la que se hace sanpai
“normal”, expresando agradecimiento y respeto cotidiano, hacia el Buda grande
de La Gendronnière o hacia lo que representa, y también hacia los budas vivos
de la sangha… (agradecimiento y respeto mutuos son efectivamente “normales” y
pertenecen a la vida de todos los días).
Como todos sabemos, durante la
ceremonia se abre el zagu tras la señal de la campanita (“cascada”) para
colocarlo y hacer sanpai. Para hacerlo, giráis el busto hacia el lado contrario
al altar, depende de donde estéis, hacia la derecha o hacia la izquierda. Se
mueve solo el torso, las piernas y los pies no se mueven. Dejáis caer las dos
esquinas inferiores del zagu, os arrodilláis en un movimiento fluido,
deslizando en primer lugar la parte central hacia uno mismo, después lleváis
las dos esquinas superiores al suelo y os levantáis. Se crea un bonito pliegue
proporcionado y el zagu colocado tiene la forma de un cuadrado armonioso. El
fondo blanco del zagu aparece como una especie de cruz. (No cabe ahora discutir
sobre otros modelos de zagu). El zagu sencillo de fondo blanco, como se
practica en Eiheiji, nunca está mal, es puro y elegante. Si uno se interesa por
otros modelos, le aconsejaría tenerlo además y no para sustituir al sencillo,
como de hecho se hace en Japón.
Tras la ceremonia, en el último sanpai, se
cogen las dos esquinas superiores al levantarse, uno se gira de nuevo a un
lado. Se puede decir que se procede al revés que antes, se deja que el zagu se
doble naturalmente por sus pliegues y se cuelga en la muñeca izquierda bajo la manga
del kolomo.
También hay otro gesto ceremonial con el zagu. Al menos en los
grandes dojos que tienen sitio, o hatto,
se practica regularmente: El sanpai se hace en dirección al Buda del altar, o
en dirección a Manjushri, es decir hacia delante. Después nos giramos 90° en la
sala para cantar los sutras en seiza, sentados unos frente a otros. Lo que
significa que también hay que girar el zagu 90°, en un único movimiento rápido,
sin que se arrugue al aterrizar en su nueva posición. Aunque no es muy fino pero
sí muy práctico, al doblar el zagu, se puede poner desde el principio en una
forma comprimida, más pequeña que un cuadrado, de tal manera que el borde
superior del pliegue esté directamente bajo el borde del zagu. De esta forma,
cuando te giras, coges las tres capas de tela y nada se mueve. Sin embargo, de
esta manera el zagu es asimétrico, lo que seguramente no estaba previsto en un
principio.
Los discípulos antiguos que
pueden tener varios zagus saben por experiencia que “funcionan” de manera
diferente unos de otros, que se desdoblan mejor o peor, que no se extienden ni
se cierran todos de igual modo. Los hay incluso que pueden moverse 90° sin
hacerles nada especial; no se descolocan nunca y se colocan de nuevo en el
suelo, planos “como si fueran de madera”. Pero, ya se trate de suerte, cuando
las causas y los efectos se conjugan sin sistema ni repetición posible, o de
que los zagus que funcionan bien tengan características comunes (peso de la
tela, durabilidad del pliegue) y que se puedan coser en consecuencia, estudiar
este asunto sería un tema diferente, incluso si al texto también se le pudiera
llamar “desplegar el zagu”.
En todos los casos, sanpai, tanto el más
informal como el más sublime y el de agradecimiento y respeto cotidianos,
siempre se practican con un zagu.
Anna Seisen Wassermeyer
Publicado en: Sangha, nº 47, julio 2018
Sangha: Novedades de la Asociación Zen Internacional
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